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¿Afecta la fase del ciclo menstrual a la resistencia de una mujer?

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En anteriores entradas hemos visto que, en función del objetivo que se tenga con el entrenamiento a realizar, es necesario tener en cuenta la fase del ciclo menstrual en la que se encuentra una mujer. Por ejemplo, vimos que cuando las mujeres realizan un mayor número de sesiones en la fase folicular consiguen mayores ganancias de fuerza y de masa muscular que cuando las sesiones se reparten a partes iguales en las diferentes fases del ciclo o cuando hay más sesiones en la fase lútea. Por el contrario, si el objetivo es aumentar la tasa pico de oxidación de grasa o la velocidad relativa a la que esta se consigue, no es necesario atender a las fluctuaciones fisiológicas en las hormonas sexuales femeninas, ya que no condicionan estas variables. 

Los niveles de estrógenos y progesterona fluctúan a largo del ciclo menstrual (23-32 días). Durante la fase folicular temprana (días 1-7) hay bajos niveles de estrógenos y progesterona. Los estrógenos aumentan en fase intermedia (días 7-10) y alcanzan pico en fase folicular tardía (días 10- 14). Estos niveles disminuyen antes de la ovulación (día 14, de media). Después de la ovulación, los valores estrógenos y la progesterona se incrementan durante la fase lútea y alcanzan un plateau en la fase lútea intermedia (días 20-26) y descienden al final del ciclo (fase lútea tardía). 

Ya sabemos que en cada fase del ciclo existen algunas modificaciones fisiológicas que podrían condicionar la capacidad para resistir a la fatiga. Por ejemplo, el estradiol (estrógeno) modula el flujo vascular y la utilización de glucógeno; mientras que la progesterona puede aumentar la ventilación y la temperatura corporal en reposo. Pero, ¿se ve afectada la capacidad de resistencia a la fatiga en las mujeres en función de la fase del ciclo menstrual? Hoy traemos una revisión recién sacado del horno que trata de resolver esta cuestión. («Menstrual Cycle Effects on Exercise-Induced Fatigability»)

Tareas hasta el fallo. Cuando se le pide a mujeres que realicen un ejercicios el mayor tiempo posible hasta no poder realizar una repetición más (fallo en la tarea) en diferentes fases del ciclo menstrual, los resultados  son variados y parecen diferir en función del tipo de contracción o los grupos musculares empleados en la tarea. Por ejemplo, un estudio mostró que las mujeres podían aguantar un 26% más de tiempo realizando contracciones isométricas intermitentes de los extensores de rodilla cuando estaban en la fase lútea intermedia en comparación con la fase folicular temprana. Por el contrario, en otro estudio, en el que se realizaron contracciones isométricas mantenidas implicando los mismos músculos que en el anterior, no se encontraron diferencias significativas entre fases (aunque la tendencia era a mejor rendimiento en la fase folicular). Empleando el tren superior, si bien 3 estudios no encontraron diferencias en el tiempo que las mujeres eran capaces de mantener contracciones isométricas mantenidas, otros sí que encontraron diferencias. En estos casos, el rendimiento era entre un 7 y 60% superior en la fase folicular que en la fase lútea. Se encontró también que este rendimiento superior en la fase folicular era más pronunciado cuando se empleaban intensidades más bajas (20 vs 60%). 

Índice de fatiga. Este índice representa el porcentaje de reducción en la contracción voluntaria máxima tras un ejercicio en comparación con los valores basales (preentreno). Los estudios que lo analizaron en los músculos de las extremidades inferiores no encontraron diferencias en este índice en función de la fase del ciclo menstrual. Sin embargo, los que analizaron el tren superior sí que las encontraron. Aunque los resultados son algo contradictorios. Por ejemplo, un estudio—empleando contracciones isotónicas— encontró que durante la fase folicular las mujeres presentaban una mayor pérdida de fuerza que durante la fase lútea; mientras otro —utilizando contracciones isométricas intermitentes—mostró que era en la fase lútea cuando la fuerza se reducía en mayor medida. 

Fuerza máxima. Debido a que la capacidad de aplicar fuerza puede influir sobre la capacidad para resistir a la fatiga, se han estudiado las posibles diferencias que podrían aparecer en esta variable en función de la fase del ciclo menstrual. Pero, de nuevo, no hay resultados concluyentes. Muchos estudios (12 de los 16 analizados) no encontraron diferencias significativas en esta variable entre las fases del ciclo, independientemente de que fuera un ejercicio isométrico, isocinético o isotónico con carga constante (ej. 1RM). Otros sí que encontraron diferencias. Unos encontraron que en ejercicios de piernas las mujeres eran capaces de aplicar más fuerza isométrica durante la fase folicular y ovulatoria. En ejercicios isométricos de gran superior, los resultados son contradictorios. Unos encontraron que la fuerza era mayor durante la fase folicular (bajos niveles de estrógenos y progesterona), mientras otros encontraron lo contrario: mayor fuerza durante la fase ovulatoria y fase lútea (mayor concentración de estrógenos que en la fase folicular). 

Ciclismo. Tanto en carreras de 15-30 km como en pruebas a 60-70% del VO2 pico hasta la extenuación se han encontrado resultados similares en la fase folicular y lútea. En esta misma línea, no se ha encontrado efecto alguno de la fase del ciclo menstrual en el tiempo de resistencia o en la potencia alcanzada en test incrementales, así como en el rendimiento durante sprints repetidos. Por el contrario, un estudio encontró que cuando la intensidad aumenta hasta el 90% del VO2 pico, después de haber pedaleado a intensidades menores, el tiempo hasta llegar al fallo en la tarea era un 50% mayor durante la fase lútea en comparación con la fase folicular. Otro demostró que el trabajo medio durante una serie de sprints repetidos era mayor en la fase lútea que en la fase folicular. 

Running. Diversos estudios han mostrado que no existen diferencias entre las fase lútea y folicular en la velocidad máxima de carrera, ni en la distancia recorrida o la potencia alcanzada en sprints repetidos, ni en el tiempo hasta la extenuación cuando las mujeres corren al 70 o al 90% del VO2 máximo, al 80% de la FC o están realizando un test de velocidad anaeróbica. Sin embargo, se ha encontrado que cuando las mujeres corren a una intensidad supramáxima (superior a  VO2 máx.) estas aguantan un 15% más de tiempo durante la fase folicular tardía que en la fase folicular más temprana. A su vez, se ha encontrado que el tiempo de resistencia en un test de velocidad constante era mayor durante las fases lútea y folicular intermedia en comparación con la fase folicular temprana. 

RPE. Al igual que ocurre con otras variables analizadas, los resultados encontrados, en cuanto al efecto de las fase del ciclo en la percepción subjetiva del esfuerzo en ejercicio fatigantes, son muy diversos. Los tamaños del efecto encontrados son muy diversos y van a favor de ambas direcciones (hacia fase folicular o fase lútea), sin una tendencia común. Veamos algunos ejemplos. En carrera, un estudio encontrado que la RPE era 2 puntos mayor en la fase folicular temprana en comparación con la fase lútea; sin embargo, otros no encontraron diferencias significativas entre fases. En ciclismo, un estudio encontró que el RPE era 1 punto superior en la fase folicular temprana (menstruación) en comparación con la fase folicular tardía y la fase lútea, y otro que la RPE era 1-2 puntos superior en la fase ovulatoria; no obstante, la mayoría de estudios no encontraron diferencias entre fases en estos valores. Tras realizar tareas isométricas, un estudio no encontró diferencias significativas entre las fases lútea y folicular en el RPE de todo el cuerpo, pero sí en la RPE localizada en la pierna: mayor RPE en la fase folicular que en la lútea. En otro estudio los resultados fueron los contrarios: mayor RPE en la fase lútea que en la folicular tras contracciones isométricas intermitentes. 

A la vista de los datos arrojados por esta nueva revisión, podemos concluir que no existe una evidencia clara que nos indique que las mujeres sean más resistentes a la fatiga en una fase del ciclo menstrual que en otra. Los autores indican que la diversidad de resultados puede ser una consecuencia del tipo de tareas realizadas, las musculaturas involucradas, así como de las inconsistencias en las definiciones y mediciones de las fases del ciclo menstrual, las concentraciones relativas de progesterona/estrógenos o la presencia de ciclos ovulatorios y anovulatorios. 

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