Antes que nada debemos recordar que el dolor de espalda es multifactorial. Y que esto cierto también en personas deportistas….No solo es cuestión de carga o volumen de entrenamiento. Existen otros factores (ej. estrés, ansiedad, estado de ánimo, autoestima, mal sueño, fatiga…) que también deben considerarse como potenciales contribuyentes a un estado de dolor.
1.No demonizar actividades o ejercicios concretos
Hay que ser cautos a la hora de señalar una actividad o ejercicio como “culpable” del inicio o empeoramiento del dolor de espalda. Aun en caso que exista una posible conexión, y de que se puedan evitar/reducir a corto plazo, no podemos permitir que los deportistas renuncien, por ejemplo, a exponerse a altas cargas al sentirse vulnerables. Una carga alta de entrenamiento bien gestionada (ej. buena progresión) es una vacuna frente las lesiones y el dolor.
2. No vender ejercicios “de rehabilitación” como forma de mejorar su vulnerabilidad
Ciertos ejercicios han sido idealizados, pero la evidencia muestra que no existen ejercicios mágicos y que una gran variedad de ellos pueden ser útiles para la reducción de dolor. En lugar de recomendarles ejercicios en base a que tienen una vulnerabilidad concreta (ej. poca fuerza tronco, mala postura…) debemos promocionar la realización de ejercicios que los hagan más robustos y resilientes (deben ser fuertes y sentirse fuertes).
3. Hacer que se mantengan los más activos posible
Aunque algunos ejercicios sean dolorosos y deban limitarse, es importante mantener cierto nivel de actividad. Es necesario buscar actividades que permitan mantener el estado físico del deportista y así facilitar la vuelta a la competición. Debemos monitorizar cómo responde a diferentes cargas de entrenamiento y actuar en consecuencia (recuerda que no hay por qué eliminar completamente el dolor del entrenamiento).
4. No ignorar factores “no físicos” (alejar el foco)
Existe un buen número de marcadores utilizados para monitorizar las respuestas al entrenamiento (ej. sueño, energía, ánimo, molestias…) que nos permiten hacernos una idea de la sensibilidad del sistema nervioso del deportista. Son variables que pueden manejarse de cara a mejorar su salud.
En definitiva, la idea general es actuar de manera que no caigan en un ciclo de miedo-evitación-dolor que conlleve una reducción del rendimiento a largo plazo y a una mayor vulnerabilidad a futuras lesiones/dolor.
Fuente: O´Sullivan et al., 2018
