Recientemente Nature ha publicado un estudio que muestra los efectos de la realización de ejercicio físico (1 hora a 60% VO2máx y realizado 6 horas antes de dormir) sobre la calidad y cantidad de sueño. Veamos qué resultados obtuvieron.
El ejercicio no modificó la percepción subjetiva de la calidad del sueño ni mayoría de variables objetivas de la arquitectura básica del sueño, aunque sí que tuvo efectos sobre alguna de ellas. Estas fueron las siguientes: la fase REM, la latencia y la duración de sueño de ondas lentas (SWS o fase NREM 3 o sueño profundo), que fueron menores cuando se realizó ejercicio. Aunque es necesario atender a que esta menor duración de SWS en la condición “ejercicio” se limitó al primer ciclo de sueño y la duración en los siguientes ciclos de sueño no fue diferente con respecto a la condición “control”.
A priori, una menor duración de SWS en la condición “ejercicio” podría hacernos pensar una menor actividad de ondas lentas, sin embargo no fue lo que los datos analizados mostraron. Lo que se encontró fue que la potencia media de las ondas delta (δ, 0.5-4 Hz) no difirió entre los grupos. Es más, los investigadores observaron que cuando se realizó ejercicio físico la potencia δ era mayor en la fase SWS. Es decir, que, aunque redujo la duración de SWS en el primer ciclo de sueño, la realización de ejercicio físico favoreció un aumento en la generación de ondas δ en esta fase de la noche.
Para conocer un poco más en detalle los efectos del ejercicio sobre el sueño investigaron la estabilidad en la señal EEG de las ondas δ. Para ello utilizaron el CVE (coefficient of variation of the envelope). Donde un bajo valor nos muestra oscilaciones rítmicas y estables y un alto valor la aparición de ondas de manera puntual y durante un corto periodo de tiempo. Pues bien, encontraron que el ejercicio se asociaba a menores valores de CVE en la primera mitad de sueño, lo que muestra que la densidad y la estabilidad de las oscilaciones de ondas δ se aumentan tras el ejercicio.
