Un estudio (con ratas) demostró que la aplicación de masajes no parece tener un efecto anabólico cuando se aplica en un periodo de actividad normal, pero ¿qué ocurre cuando se aplica en un periodo de inmovilización?
Después de 7 días de inactividad, aquellos animales que recibieron masaje mostraban una menor reducción en la tasa de síntesis de proteínas miofribrilares, aunque la tasa de degradación de estas proteínas no era diferente a la observada en un grupo que no recibió masajes. En las proteínas del citosol los cambios fueron opuestos: sin cambios en síntesis, pero menor degradación. Curiosamente, estos efectos se dieron en la patas que recibieron masajes y también las contrarias.
No se encontraron diferencias entre grupos en la concentración o niveles de ARN ni en la biogénesis ribosómica. Eso sí, el grupo “masaje” tuvo una menor tasa de degradación de ribosomas que el grupo control. Tampoco se vieron afectados los niveles de las proteínas involucradas en la señalización de procesos anabólicos, excepto la expresión de c-myc (regula biogénesis ribosomas). Aunque hay que tener en cuenta que los análisis musculares se realizaron 24 horas después del último masaje, “quizá demasiado tarde para observar cambios en la señalización intracelular”.
Tras una semana en la que recibieron masajes diarios, y en comparación con un grupo control, los animales no mostraron diferencias en el peso corporal, peso muscular, área de sección transversal y distribución de fibras musculares. Estos hallazgos no van en la línea de anteriores investigaciones que mostraron que los masajes favorecieron el crecimiento muscular durante la vuelta a la actividad normal. Es posible que durante un periodo de inmovilización se requiera de un estímulo más potente. Es posible también que los masajes pueden ayudar a preservar la función muscular en estos periodos, pero esto no se valoró en este estudio…
