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FIDIAS LAB

El Movimiento y la Función, amigos inseparables.

Hola a todos!

Perdonad mi ausencia durante unas semanas, pero mi viaje a Colombia, y la organización del proyecto más ambicioso que hemos tenido en FIDIAS (el Curso MTC), no me han permitido estar al día con las publicaciones y actualizaciones del blog. ¡Espero poder compensarlo enseguida!

Hoy quería hablaros brevemente de uno de los pilares sobre los que baso mi manera de entender el entrenamiento. El Movimiento (y su control) es el estímulo de entrenamiento y a su vez, los Movimientos Específicos que realizamos cada uno deberían ser el objetivo final de este.

Al fin y al cabo, cuando hablamos de Entrenamiento Funcional (muy de moda el término, pero poco aclaratorio por sí mismo), hablamos de entrenar para mejorar y tolerar funciones concretas que cada uno realizamos, es decir, aquellos movimientos específicos que nos permiten realizar satisfactoriamente las acciones que nuestro medio nos demanda. Esto va desde una señora de 70 años que quiera dejar el bote de sal en el último estante de su armario, hasta un futbolista que desee golpear con fuerza y precisión un balón.

El Axioma de Beevor, base sobre la que se asienta en gran medida el entrenamiento funcional, resume esto de una manera simple: «el cerebro no conoce la acción de un músculo aislado sino el movimiento».

Sus implicaciones a nivel práctico, bajo mi punto de vista, son importantes:

1- La coordinación entre los movimientos y acciones de los diferentes músculos es más importante que la potenciación de un músculo aislado, ya que es lo que determina nuestro rendimiento motor en mayor medida. Podríamos decir que según este axioma, no entrenamos músculos sino patrones de movimiento.

2- La realización incorrecta de ciertos movimientos (mala técnica) conllevará inevitablemente patrones de movimiento incorrectos, y una consecuencia directa de esto será, además de un descenso del rendimiento en nuestras acciones, un aumento de las posibilidades de lesión. Por ejemplo, una persona que realiza incorrectamente un ejercicio de peso muerto (modificando las curvaturas fisiológicas de la columna), tiene muchas posibilidades de lesionarse a medio plazo, ya que ciertas estructuras, con el patrón de movimiento incorrecto se ven comprometidas.

3- El entrenamiento deberá basarse, en un primer término, en la realización correcta de los patrones de movimiento necesarios para resolver satisfactoriamente nuestras acciones. Una vez establecidos estos patrones de movimiento adecuados, podremos potenciar el rendimiento en todas ellas. Es decir, lo primero que debemos procurar es que cada sistema cumpla con el cometido que le corresponde (movilizar, fijar, sostener…) para realizar un movimiento correctamente y luego potenciar la manera en que se manifiesta el movimiento (más rápido, más tiempo, más fuerte…).

Este último punto es especialmente importante en lo que a prevención de lesiones se refiere. Un patrón de movimiento incorrecto adquirido y potenciado por la repetición es «memorizado» por nuestro cerebro, siendo difícil modificarlo sin un trabajo específico. Así mismo, si incluimos acciones intensas sin un correcto patrón de movimiento, ciertas estructuras cumplirán con funciones que no le corresponden soportando cargas para las que no se han adaptado, haciendo que aparezcan las llamadas compensaciones, que a la larga, si no se resuelven, generan problemas en forma de lesión. Por ejemplo, si como entrenadores prescribimos carrera a una persona sedentaria y con patrones de movimiento perdidos o incorrectamente adquiridos,  podemos provocar que las estructuras que estabilizan la rodilla o la cadera no cumplan con sus funciones correctamente, provocando basculaciones de pelvis excesivas durante la carrera que desemboquen finalmente en dolor lumbar referido.

En definitiva, y por no alargarme mucho repitiendo lo mismo de maneras diferentes, resumiría todo esto con enlazándolo con otro concepto del que hablaremos mucho en las siguientes entradas: la Adaptación.

El ser humano y su relación con el entrenamiento (en el más amplio sentido de la palabra) no es más que un continuo proceso adaptativo. Estímulos eficaces provocan adaptaciones a todos los niveles del organismo para adaptarnos a dicho estímulo. Si entrenamos con grandes pesos, el cuerpo se adapta creando músculos más fuertes para poder moverlos, si corremos mucho tiempo, todos nuestros sistemas se vuelven más eficaces para soportar volúmenes de trabajo elevados, igual que si entrenamos a altas velocidades y con descansos prolongados, el cuerpo responderá mejorando su respuesta ante ese tipo de esfuerzos.

Por lo tanto si queremos movernos de manera eficiente deberemos intentar provocar adaptaciones en nuestro organismo con estímulos similares,  es decir, moviéndonos correctamente.

Seguiremos hablando de esto…

Un abrazo!

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