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La educación modula los efectos hipoalgésicos del ejercicio

En 2012, Kelly Naugle y sus colegas mostraron en una revisión con meta-análisis que tanto el ejercicio aeróbico, como de fuerza, eran métodos efectivos para la generación de un estado de hipoalgesia temporal. Recientemente otros estudios han mostrado como, a diferencia del umbral de percepción doloroso, estos efectos analgésicos son independientes del nivel de condición física de la persona y pueden tener una duración de hasta 45 minutos, por lo que su relevancia en términos clínicos es bastante significativa.

Debido a la multidimensionalidad del dolor, estos efectos postejercicio podrían deberse a la actuación de diversos mecanismos fisiológicos, que mediante su estimulación, provocarían un descenso en la percepción dolorosa.

Hoy en nuestra sección #fidiasrecomienda, traemos un reciente artículo en el que se estudió la influencia de las creencias sobre ejercicio y dolor, así como de la educación en este tema, sobre la hipoalgesia inducida por ejercicio.

En el estudio participaron 40 voluntarios (22 hombres y 18 mujeres) que realizaron el siguiente las siguientes tareas:

  1. Completar una serie de cuestionarios (sobre salud general, niveles de actividad física y creencias sobre ejercicio y dolor)*
  2. Sesiones educativas individuales, de aproximadamente 15 minutos, sobre ejercicio y dolor*
  3. Práctica de ejercicio
  4. Medición umbral doloroso ante estímulo mecánico (PPT) antes y después del ejercicio

*Todos los participantes recibieron información sobre las posibles molestias musculares que podrían aparecer durante el ejercicio, la diferencia entre dolor apropiado y dolor inapropiado durante el ejercicio, y cómo utilizar las escalas de percepción para medir dolor y esfuerzo. Se les iban realizando preguntas para comprobar su entendimiento.

El grupo de intervención recibió educación adicional (aproximadamente 5 min de los 15) sobre hipoalgesia inducida por ejercicio (qué es, el tipo de ejercicio que lo provoca, cuánto dura y los posibles mecanismos que lo provocan).

El grupo control, recibió educación adicional (aproximadamente 5 min de los 15) sobre el índice de dolor (ej. la diferencia entre intensidad de dolor y dolor desagradable) y sobre cómo el dolor algunas veces difiere entre atletas y no atletas.

Inmediatamente después de la sesión de educación, se pasaron cuestionarios para comprobar el conocimiento y las creencias de los participantes sobre el ejercicio y el dolor. Tras esto, realizaban 20 minutos de ejercicio aeróbico, en cicloergómetro, a una intensidad moderada-vigorosa (65-70% FC reserva. 14-14 escala RPE).

Al finalizar el ejercicio, se les midió el umbral doloroso en el lado derecho del cuerpo, sobre el recto femoral, tibial anterior y musculos interoseos dorsales.

Resultados:

En primer lugar, se observó que los participantes del grupo intervención creían en mayor medida, que los del grupo control, en que el ejercicio podía reducir el dolor en una sola sesión, y que la información que se les había dado había cambiado sus pensamientos acerca del ejercicio y el dolor.

Además de esto, los investigadores comprobaron que si bien no había diferencias en el umbral doloroso en los pre-test, el umbral doloroso tras el ejercicio, en el conjunto de los sitios en los que se midió, era mayor en el grupo intervención que en el grupo control (Intervención 0.78 kg/cm2, control = 0.24 kg/cm2, U = 85, z = -3.11, p = 0.002, r = 0.49).

En el grupo intervención hubo un efecto grande y significativo del ejercicio sobre el incremento del umbral doloroso en el conjunto de sitios en los que se midió (pre = 4.07 kg/cm2, post = 4.61 kg/cm2, z = -3.85, p < 0.001, r = 0.61) y en cada uno de ellos (recto femoral; pre  = 4.19 kg/cm2, post = 4.83 kg/cm2, z = -3.45, p = 0.003, r = 0.54; tibial anterior; pre = 4.48 kg/cm2, post = 5.43 kg/cm2, z = -3.66, p = 0.003, r = 0.58): interóseos; pre = 3.14 kg/cm2, post = 3.45 kg/cm2, z = -3.00, p = 0.009, r = 0.47)
En el grupo control hubo un efecto moderado y significativo del ejercicio sobre el incremento del umbral doloroso en el conjunto de sitios en los que se midió (pre = 5.40 kg/cm2, post = 5.51 kg/cm2, z = –  2.01, p = 0.037, r = 0.33) y en recto femoral (pre = 5.83 kg/cm2, post =  5.92 kg/cm2, z = -2.99, p = 0.009, r = 0.47). Los cambios en tibial anterior; e interóseos no fueron significativos (tibial anterior; pre = 6.83 kg/cm2, post = 6.7 kg/cm2, z = -0.15, p = 1, r = 0.02 ; interóseos; pre = 3.98 kg/cm2, post = 4.01 kg/cm2, z = -1.18, p = 0.72, r = 0.19)

Se encontró una correlación positiva (pequeña-moderada y significativa) entre las respuestas de los participantes “El dolor puede reducirse solo en una sesión de ejercicio” y el cambio en el umbral doloroso en el conjunto de las mediciones (ρ =0.47, p=0.002) y recto femoral (ρ=0.39, p=0.013). Por el contrario, estas correlaciones no se observaron en el cambio de umbral en tibial anterior, interóseos y cuando los grupos fueron examinados de manera separada.
Conclusiones:

“Estos resultados muestran que la educación puede influir sobre las respuestas dolorosas tras las realización de ejercicio. Los hallazgos corroboran que existe una contribución cognitiva a la hipoalgesia producida por ejercicio, la cual puede modificarse con educación”

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