¿Qué ocurre si durante una semana reducimos nuestro sueño a 4 horas? ¿podemos mitigar posibles efectos negativos realizando ejercicio físico?
Con estas cuestiones en mente, un grupo de investigadores analizó diversas variables fisiológicas en 2 grupos de jóvenes. Al primero se le permitió dormir con normalidad y acumuló en torno a 8 horas de sueño. Al segundo se le restringió la duración de sueño a 4 horas. Veamos qué ocurrió después de 5 días con este régimen de descanso.
En el grupo que durmió 4 horas se observó una alteración de los ritmos diurnos (menor amplitud temperatura) y una mayor concentración de glucosa en plasma tras la ingesta oral de glucosa tras el periodo experimental; lo que muestra que la falta de descanso reduce la tolerancia a la glucosa. La insulina en plasma también aumentó con respecto a la medición preintervención en un 29%, pero este cambio no fue significativo a nivel estadístico.
También se encontró que el sueño de poca duración provocó un descenso en la biogénesis mitocondrial (estimada mediante tasa de síntesis de proteínas sarcoplasmáticas) y en la función respiratoria mitocondrial, pero no en el contenido de mitocondrias (actividad CS y contenido complejos mitocondriales 1-5).
Dados los cambios observados a nivel de ritmo diurno, metabolismo de la glucosa, respiración mitocondrial y síntesis de proteína, los investigadores quisieron comprobar si la expresión de los genes que regulan estos procesos también se vieron afectados por falta de sueño. Sin embargo, no se encontraron diferencias entre grupos en los marcadores moleculares analizados (PGC-1a, DRP1, MFN2, p53, BMAL1 y GLUT4).
Para estudiar si estos efectos negativos podían paliarse en cierta manera con la realización de ejercicio físico, se incluyó un grupo que, aun durmiendo 4 horas, realizó entrenamientos de alta intensidad en 3 de los 5 días experimentales (SR+EX). Y los investigadores observaron que sí, que el ejercicio parece atenuar los efectos negativos hallados tras la restricción de sueño.
