Hola de nuevo
Últimamente no paro de ver a través de amigos y conocidos de diferentes redes sociales (facebook, twitter…), que vendemos el deporte, el ejercicio físico y en definitiva, el movimiento, como un estado continuo de sufrimiento, dolor, esfuerzo físico y mental y una continua lucha por superarnos a nosotros mismos. Entiendo que en una sociedad donde somos eminentemente «productores» y «consumidores» es vital para los que manejan el cotarro (llámese «Troika» o «Gurús del Fitness») que funcionemos de esta manera y que nos adaptemos a sufrir en todas las circunstancias de la vida. No tenemos suficiente con sufrir en el trabajo (los afortunados que lo tengan), que nos convencen para que durante nuestros ratos de ocio, no olvidemos para qué nos están diseñando a marchas forzadas. Así, cuando a la sociedad le apetezca «putearnos», estaremos más preparados y por supuesto, nos quejaremos menos, que es en definitiva, lo que les interesa.
Da un poco de miedo ver cómo proliferan los gimnasios y centros deportivos donde parece que a lo que acudes es a sufrir, a pasarlo mal y te aseguran que esa manera de funcionar, ese dolor, te ayudará a hacerte «más fuerte» y a sentirte mejor. Y por lo poco que sé, el dolor es un aviso de que algo no está yendo como debería…
Yo no termino de entenderlo. No conozco a nadie que para «sentirse mejor» necesite estar sufriendo. Yo, normalmente, para sentirme mejor hago lo que me gusta…
El niño, desde su más temprana edad, aprende jugando y numerosos estudios sobre educación y aprendizaje aseguran que el éxito en una tarea depende proporcionalmente del disfrute del proceso. Con el ser humano adulto pasa exactamente lo mismo. La mayoría de las personas que acuden a un centro deportivo con cualquier objetivo (pérdida de peso, mejorar en su deporte, o tener un cuerpo más fit…) no consiguen sus propósitos (aproximadamente un 80% de los casos). Y muchas veces, los entrenadores hacemos responsables a los clientes de no haberlo conseguido. Achacamos, por ejemplo, a la falta de compromiso, la escasa capacidad de superación o la falta de implicación en las tareas que les proponemos las causas de esa «derrota». No tienen capacidad de esfuerzo o sufrimiento…
Y nosotros somos los únicos culpables en el 100% de los casos. Es normal…Si a mí me proponen una tarea que me hace sufrir o me aburre sobremanera, es difícil que quiera volver al día siguiente a repetirla. Por mucho que me expliquen que eso es bueno para mi cuerpo… ¡¿pero y para mi cabeza?! Nos sorprende a menudo que muchos centros deportivos tengan menos afluencia cada vez y que fidelizar a un cliente sea cada vez más complicado, pero convirtiendo nuestros gimnasios en centros de «sufrimiento» creo que no deberían sorprendernos tanto nuestros resultados.
En cambio, cuando he disfrutado de lo que he hecho y me he sentido bien, estoy deseando repetirlo. Ya sea después de jugar un partido de fútbol con mis amigos, de salir a correr por el monte, o bailar bachata con una profesora de baile sexy (tranquilos, sé que mi novia lee poco mi blog…). Eso ya depende de los gustos y aversiones de cada uno.
Muchos me diréis que disfrutáis de ese «sufrimiento» relativo, y que hacer series interminables de dominadas o bíceps llena vuestras vidas… y que os habéis hecho dependientes de esa sensación. Lo entiendo perfectamente (yo también soy un poco raruno). A mí también me gusta observar los miércoles mis espinillas sangrantes después de un partido de fútbol en el que he sido acariciado en repetidas ocasiones por mis rivales (esto va dedicado a mi amigo Jon). Pero la mayoría de la gente no es así… o no le gusta exactamente el mismo tipo de «sufrimiento» que a nosotros. Y debemos tener capacidad para adaptarnos a los gustos del cliente y no el cliente a los nuestros.
Como entrenadores, debemos hacernos responsables y saber que si una persona quiere perder peso y le ponemos encima de una bici durante 1 hora (o a hacer burpees, que están ahora tan de moda con esto del HIIT) es difícil que venga con ganas de repetirlo al día siguiente. Y un día, harto de que le torturemos con entrenamientos repetitivos y aburridos, nos dirán que dejan de venir por el motivo que sea.
Debemos buscar la motivación de cada cliente y plantear los entrenamientos buscando el máximo grado de disfrute de la persona entrenada. Yo muchas veces, en mis entrenamientos he priorizado lo que era «bueno» para la persona respecto a lo que le hacía disfrutar. Pero NO PIENSO HACERLO MÁS, porque además, generalmente, una cosa va unida a la otra. Tanto para su cuerpo, como para su «alma».
Puede ser interesante trabajar el glúteo medio como estabilizador de la cadera como bien dice Héctor García en sus excelentes (¡y divertidos!) posts de Entrenalisto (no veis, este es otro ejemplo de que repetimos las cosas de las que disfrutamos, por eso espero con ansia sus nuevos posts). Pero, ¿Y si logramos hacerlo, además, a través de ejercicios que sean divertidos y variados para nuestro cliente? (estoy seguro de que Héctor lo consigue, porque sino, no tendría tantos clientes adeptos).
Imaginaros por un momento que alguien os dice lo siguiente:
«Vais a realizar una serie de actividades de las que vais a disfrutar cada minuto y que van a significar increíbles beneficios para vuestra salud y os permitirán además conseguir los objetivos específicos que os planteéis».
¿¿¿No estaríais deseando empezar???
En nuestra mano está encontrar esas tareas para cada uno y no cerrarnos a programas de entrenamiento llenos de ataduras porque tal o cual ejercicio sea «supuestamente bueno» para él. Tenemos que concienciarnos de que si no disfruta, ¡no será tan bueno!
Un saludo