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Readaptación de rodilla tras operación de LCA

Tras una lesión de LCA se producen modificaciones como las siguientes (Torry et al., 2004; Williams, Barrance, Snyder-Mackler, & Buchanan, 2004):

  • Una alteración de la marcha en semiflexión, que le exige una predominancia de la musculatura isquiotibial (aumento de la fuerza y el tiempo de acción muscular).
  • Alteración del torque flexo-extensor en fase de apoyo.
  • Deterioro muscular del cuadriceps. A causa de la inflamación y la inmovilización, el cuadriceps, puede perder hasta el 30% de su fuerza muscular en los primeros 7 días
  • Limitación de la extensión y rotación de su rodilla, con sobrecarga y posiblemente daño al cartílago y meniscos articulares. La pérdida del arco de movilidad es un hecho frecuente tras la cirugía, es fundamental obtener una extensión completa y una flexión a 90° en las primeras semanas post quirúrgica.

Además estos otros factores “pre-lesión”:

  • Fong et al. (2011) relacionaron la limitación de la movilidad del tobillo con el riesgo de sufrir lesión de LCA
  • La estabilidad lumbo-pélvica. La rigidez de la musculatura del core provee de estabilidad proximal para el movimiento de los miembros inferiores y una eficiente absorción de las fuerzas generadas distalmente (Leetum et al., 2004).

Es importante tener en cuenta en una readaptación de LCA que hasta la 10ª semana existe cierta debilidad en el injerto, ya que aunque los extremos del mismo se han incorporado a los túneles, el resto del tejido injertado probablemente mantenga cierta vulnerabilidad (Cascio et al., 2004; Gotlin & Huie, 2000).
Hasta las 13 semanas, el injerto no se ha incorporado completamente.

Objetivos del entrenamiento:

Las 4 primeras semanas tienen como objetivos fundamentales, completar la extensión y recuperar el control muscular (Beynnon et al., 2002; Cascio, Culp, & Cosgarea, 2004; Kvist, 2004).

Igualmente, con carácter específico para los injertos de LCA, se ha demostrado que las cargas mecánicas que actúan sobre el tejido del injerto pueden facilitar la cicatrización del mismo, aunque si la carga es excesiva puede producir la rotura parcial o total del injerto (Ellen, Young, & Sarni, 1999).

Apoyo temprano de la pierna afectada, hay controversia en la bondad de esta acción, por lo que en las primeras semanas procuraremos apoyo con poca carga.

El ejercicio de la semana:

Extensión rodilla readaptación

Objetivos principales del ejercicio:
-Extensión de rodilla.
-Fuerza cuádriceps.
-Fuerza glúteo mayor.
-Mejorar la propiocepción del injerto.

Objetivos secundarios del ejercicio:
-Fuerza faja lumbo-abdominal.
-Apoyo temprano del pie.
-Aumento de la dorsiflexión de tobillo.
-Disociación lumbo-pélvica.

Es importante saber que la colocación y presión de la pelota puede hacer que este ejercicio pase de ser bueno a ser el peor. Como he dicho arriba, estudios están a favor de una pequeña carga mecánica al injerto para favorecer su cicatrización, pero si es excesiva puede llegar incluso a romperse. Por eso las primeras semanas la pelota estará más deshinchada y más arriba para que la carga se la ejerza principalmente al fémur, ya que si se coloca muy abajo puede provocar una anteriorización de la tibia, que si el injerto aún no está fuerte no conviene en absoluto. Si no se está seguro de dónde coloca el cliente la pelota o se prefiere ir a lo seguro, las primeras semanas se puede empezar con una goma en fémur que venga desde delante.

No obstante es un ejercicio que sirve para las diferentes etapas de la recuperación haciendo simples modificaciones:

Primeras semanas:
-Pelota más alta.
-Pelota con menos presión.
-Velocidad de ejecución lenta.
-Mantener tensión isométrica.

Últimas etapas:
-Pelota más baja.
-Pelota con más presión.
-Velocidad de ejecución alta.

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