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Relación entre preparación al cambio y efectos clínicos de la educación en el dolor

La educación en la neurociencia del dolor busca la modificación del concepto dolor mediante la explicación de los procesos fisiológicos que están detrás y explican este estado tan común y poco agradable. Estudios previos ya mostraron sus efectos positivos (reducción de visitas médicas, castastrofismo, inhabilitación, miedo al movimiento…) en diversas poblaciones y tipos de dolencia.

Uno de los problemas que podemos encontrar con este tipo de intervenciones es que requieren de la realización de cambios, no solo conceptuales, también comportamentales (ej. tratamiento activo). La persona pasa a ser (más) protagonista en su recuperación. Pero, ¿está preparada para ello? ¿Qué disposición hay para el cambio?

Con respecto a la preparación para el cambio —en este caso para el automanejo de la situación de dolor— existe un modelo que, en función de la puntuación obtenida por la persona en un cuestionario específico, la divide en diferentes niveles: 1) Precontemplación (se considera necesaria poca acción), 2) Contemplación (existe intención de cambio), 3) Acción (se consigue el cambio), 4) Mantenimiento (del cambio). Parece lógico, y así ha sido mostrado en algunos estudios, que para que se den cambios clínicos sustanciales en un paciente con dolor, es importante que se dé una progresión en esta escala de preparación al cambio. 

Las preguntas a las que quisieron responder los autores del artículo que hoy os traemos son las siguientes; ¿qué efectos tiene la educación en el dolor sobre esta escala de preparación al cambio? ¿son las progresiones en esta escala buenas predictoras de los cambios clínicos que puedan darse tras la realización de sesiones educativas?

Para ello contaron con la participación de 65 personas (de entre 18 y 75 años) que presentaban diferentes condiciones de dolor persistente (ej. dolor lumbar no específico, latigazo cervical, fibromialgia, estenosis… 2 tercios con una duración superior a 5 años) y a las que se les evaluó el nivel de catastrofismo (PCS), de kinesiofobia (TSK), de inhabilitación por dolor (PDI) y el conocimiento sobre la neurofisiología del dolor (NPQ) antes y justo al finalizar una sesión educativa de neurociencia del dolor. 

En la sesión educativa, que se realizó cara a cara y tuvo una duración de entre 90 y 120 minutos, participaron de media unas 14 personas a las que se les explicó, con apoyo del powerpoint y mediante el uso analogías y metáforas, los siguientes conceptos: dolor como sistema de alarma, rol y neurofisiología de la modulación descendente y sensibilización central, y capacidad de cambio del sistema nervioso. Durante el transcurso de la sesión, se les animaba a a reflexionar acerca de su propia experiencia con el dolor y a discutir con el grupo cómo sus experiencias podrían cuadrar con la información que estaban recibiendo. El encargado de realizar dicha sesión fue un fisioterapeuta con 10 años de experiencia clínica con pacientes con dolor crónico y con un amplio conocimiento y experiencia acerca de este tipo de intervención. 

Para evaluar la preparación al cambio con respecto a los comportamientos asociados con el dolor, los investigadores utilizaron un cuestionario específico llamado “Pain Stages of Change Questionnaire” (PSOCQ). Este cuestionario, validado y con alta fiabilidad, contiene 30 preguntas en las que se utilizan respuestas numéricas en una escala del 1 al 5 (1= totalmente en desacuerdo y 5=totalmente de acuerdo) para la medición de 4 subescalas (precontemplación, contemplación, acción y mantenimiento). 

Los resultados obtenido fueron los siguientes: 

  1. Los pacientes aumentaron de manera significativa su conocimiento acerca de la neurociencia del dolor. Pasaron de tener una puntuación media de 6.4 a un 8.3 en el cuestionario NPQ, lo que representa una mejora del 10%. 
  1. Se redujeron de manera significativa tanto los niveles de inhabilitación como los de las variables cognitiva-emocionales medidas (catastrofismo y kinesiofobia). La disminución en los test PCS, TSK y PDI fue de 4 puntos (7.7%), 3.4 puntos (5.0%)y 5 puntos (8.0%), respectivamente. Estos cambios se consideraron modestos y no está claro su relevancia clínica (esto puede deberse a diferentes factores entre los que se encuentran, entre otros, la naturaleza mixta del grupo, a la dosis educativa y el momento de la evaluación).
  1. Se produjeron cambios importantes en la escala de preparación al cambio de los participantes. Así, se redujo el número de personas que se encontraban en fase de precontemplación y aumentó el número en las fase de mantenimiento y de acción, especialmente en esta última. 
  1. Se encontraron correlaciones positivas pequeñas, pero significativas (r=0.32; p=0.01), entre los cambios producidos tras la educación en el dolor en la etapa precontemplación en PSOCQ y los cambios en la puntuación en la escala PCS de catastrofismo. Esto sugiere que aquellas personas con gran reducción en los niveles de precontemplación tuvieron también una gran reducción en los de catastrofismo, y al contrario. El análisis de regresión lineal corroboró estos hallazgos y mostró que existe —cuando se controla la edad, el género los cambios en otras dimensiones de PSOCQ y el nivel de catastrofismo preintervención—una relación positiva entre los cambios en precontemplación y en catastrofismo (R2=0.77), y que por cada punto que se aumenta (o reduce) en precontemplación se aumentan (o reducen) 4.5 puntos en catastrofismo. 
  1. Se observó una correlación negativa pequeña, pero significativa (r = – 0.27; p = 0.03), entre los cambios producidos tras la educación en el dolor en la etapa acción en PSOCQ y los cambios en la puntuación en la escala TSK de kinesiofobia. Es decir, cuando aumenta una disminuye la otra, y al contrario. De nuevo, el análisis de regresión lineal corroboró estos hallazgos y mostró que —cuando se controla la edad, el género los cambios en otras dimensiones de PSOCQ y el nivel de kinesiofobia preintervención— existe una relación negativa (R2= 0.61) entre estas dos variables y que por cada punto que se aumenta (o reduce) en acción se reducen (o aumentan) 2.2 puntos en miedo al movimiento. 

Este estudio vuelve a mostrar que la educación del dolor tiene efectos positivos sobre diferentes factores relacionados con una situación de dolor. A su vez, se resuelven las dos preguntas con las que partían los investigadores. Por un lado, se muestra que tras una sesión de educación en el dolor pueden observarse cambios en las etapas de preparación al cambio de una persona. Por otro, que estos cambios se correlacionan con los cambios en los niveles de kinesiofobia y catastrofismo, por lo que parecen ser un factor relevante al que habría de prestar atención durante el tratamiento. Los autores recomiendan considerar la etapa con la que se parte y la incorporación de esfuerzos para aumentar la preparación al cambio del paciente. 

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